jueves, 24 de octubre de 2019

El Señor M

Un día soleado, con motivo de una visita a su tierra natal, Andrés Manuel recordó sus raíces y se enorgullecio de su origen mestizo. Andaba en la campaña presidencial y tuvo la idea de mostrar el lugar donde nació a su esposa, a su hijo menor y a quienes miraran un documental que estaba elaborando con el propósito de que se conociera donde pasó su infancia y parte de su juventud. Él vio la primera luz en Tepetitán, villa perteneciente al municipio de Macuspana, Tabasco el 13 de noviembre de 1953, fue el primogénito de siete hermanos y tuvo el privilegio de llevar en primer término el nombre de Andrés por parte de su padre y el de Manuel, en masculino, de la autora de sus días. Tuvo la fortuna de que sus padres le pusieran sus nombres lo que habla que quisieron sellar su unión con la fuerza de esa designación y no se equivocaron. Otra circunstancia que selló la época de su nacimiento fue la de pertenecer a los Baby boomers, término que ha sido utilizado para describir a quienes nacieron durante el baby boom, que sucedió en ciertos países anglosajones entre los años 1946 y 1965; época de bienestar en los Estados Nación al término de la Segunda Guerra Mundial y aunque en México este período se dio el  conocido desarrollo estabilizador, no está de menos mencionarlo porque produjo algunas mejoras en el nivel de vida de los mexicanos que de algún modo repercutieron en la forma de vida de los contemporáneos de Andrés Manuel.
Macuspana fue el crisol de los primeros pasos de AMLO, donde disfrutó de una naturaleza prodiga en agua, flora y fauna ya que pertenece a la cuenca del Río Grijalva, que derramaba en aquél tiempo una mayor fertilidad que hacía que la vida fuera más llevadera, aunque fuera una comunidad pobre donde había que trabajar arduamente para sobrevivir debido a las carencias manifiestas de ese tiempo. La magia del lugar y los recuerdos no los dejó escapar Andrés Manuel. Caminando, abrazó a su hijo menor y con camaradería le preguntó : Ya escuchaste los saraguatos? Seguramente le había contado anteriormente a su hijo de los gritos que emiten los monos negros aulladores arriba de los árboles y de su facilidad para trepar sobre las ramas. También le debió haber hablado de los lagartos, las iguanas, los peje lagartos y de las serpientes que comparten ese hábitat con los humanos. Igualmente, Andrés Manuel, mostró la casa de su abuelo y la casa donde le cortaron el cordón umbilical que lo unía biológicamente a su querida madre y del cual físicamente se desprendió, pero que nunca lo separó pese a la distancia geográfica y terrenal. La casa lucía abandonada, descuidada por el paso de los años, pero evitó demostrar nostalgia al no asomarse a su interior. Quienes no ocultaron su curiosidad fueron su hijo y su esposa Beatriz quienes la  atisbaron por los resquicios de la ventana. El hogar de su infancia dominaba el río y la calle estaba pavimentada, tapando con el concreto la polvorienta calle donde Andrés Manuel en sucio sus zapatos de lodo en la época de lluvias. No ocultó esa vez la sencillez y la austeridad que marcaron sus primeros años de existencia y la alegría de disfrutar su existencia al contacto con la tierra que lo vio nacer y remarcó su absoluta estimación de su honestidad y autenticidad. 
Su abuelo, José Obrador Revuelta, un inmigrante español, oriundo de Cantabria, casó con una mexicana nacida en Veracruz, procreando hombres y mujeres; una de ellas, su madre,  a la que se refirió cariñosamente como Manuelita y de la cual, en esa oportunidad habló con vehemencia y tierna emoción, se dedicó, en su juventud, de manera entusiasta al comercio, vendiendo mercancías en un cayuco en arroyos, lagunas y en las orillas del río que corre a un lado de la Villa de Tepetitán, en Macuspana, Tabasco. Su madre, incansable, hacía largos recorridos de una semana o diez días vendiendo mercancías o haciendo trueque con ellas, actividad que heredó en su hijo el espíritu incansable y su afán de transpolar la injusticia social. 
Las genealogías de AMLO tienen su antecedente en sus bisabuelos originarios de Santander, España. Ellos eran Esteban Obrador Mayol y Felipa Revuelta López de Ampucero. El primero se empleó en los ferrocarriles y en las guardias del rey de España y su bisabuela era nodriza. La particularidad conocedora de su abuelo en el oficio de las armas le sugirió embarcar a cinco de sus hijos con destino a México para que no fueran enlistados en el ejército. El segundo de ellos, José Obrador Revuelta, a la postre abuelo de AMLO, desembarcó en Matanzas, Cuba, donde trabajó como barrendero y después se trasladó a Frontera, Tabasco, lugar en donde fijó su residencia y contrajo nupcias con Úrsula Gertrudis González, hija de Isabel Guzmán, nacida en Campeche y del asturiano  José González Viñas.
El comercio fue la ocupación que eligió el abuelo de AMLO cuando llegó a Frontera, Tabasco. Allí, junto con sus hermanos abrió una tienda de abarrotes y ropa llamada "EL Palacio". Al parecer, fundar ese negocio no retribuyó lo esperado a José Obrador Revuelta ya que se dirigió con su familia compuesta por su esposa y seis hijos a Tepetitán, lugar donde vivió Manuela, la madre de AMLO.
Por el lado paterno, los bisabuelos de Andrés Manuel fueron Serafín López Montalvo e Inés Sandoval, quienes engendraron a Lorenzo López Sandoval quien casó con Candelaria Ramón Carrillo, quienes tuvieron a Pío y  Andrés López Ramón, padre de AMLO quien se prendó de Manuela con la que contrajo nupcias religiosas el 30 de octubre de 1952 en Tepetitán.
Cabe destacar que la genealogía política de AMLO es la de un hombre de paz, de progreso y de superación, que se desprende del rechazo a la guerra que tuvo su bisabuelo materno al embarcar a sus hijos, de España a México, para que no participaran en ninguna contienda bélica, del carácter progresista de su abuelo materno, que se dedicó al comercio para mejorar económicamente a su familia y que retomó la madre de AMLO para mejorar en lo particular y después en lo familiar.
Cuando ella contrajo matrimonio, como era una mujer emprendedora, convenció a su esposo, quien era empleado de una compañía sismológica contratada por PEMEX, para que se dedicaran al comercio establecido, negocio que fue el pilar económico de una familia cuyo primogénito fue Andrés Manuel, quien por lo visto, salvo lo que opinen otros críticos, heredó la férrea voluntad y la determinación de su madre para lograr, en este caso, el propósito político de transformar una nación. El llamado a realizar esa tarea, puede también desprenderse de la autoridad protectora de la autora de sus días, quién, cuando él era niño, después de una tarde de juegos que terminaba por allá de las seis de la tarde, lo llamaba con un grito para que regresara  a su casa junto con sus hermanos, quienes se divertían nadando en el río, en un sitio conocido como Pocté, el cual apostaban con sus amigos en cruzar de lado a lado.
Otra de las actividades lúdicas de Andrés Manuel fue la de practicar el beisbol, deporte, en el que a decir de sus compañeros de la infancia, nuestro protagonista se desempeñaba muy bien y en el que se ganó el mote de Molido, aunque también de niño lo conocían como Nesho, que no tiene significado alguno. No obstante, pudiera dársele el de "necio", al que Andrés Manuel un día, siendo Presidente, se adjudicó por su empeño en vigilar la austeridad republicana y evitar la corrupción, uno de los grandes males de la república. Y precisamente, una de las virtudes que Andrés Manuel tomó de su madre fue la de cuidar el patrimonio y la familia, que se ejemplifica, cuando siendo estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, fue visitado por su mamá  quien quiso ver que su hijo realmente estudiara en la universidad. Esa anécdota la recordó cuando anduvo en la campaña presidencial en la máxima casa de estudios del país. Él lo contó así: -  Y mi madre pensó que no estaba yo estudiando, y un día me apareció aquí, y de repente estaba yo en clases y la veo que está en la ventana viéndome, volteo y salgo rápido porque a los jóvenes si viene un papá o una mamá les da pena, y ya salí y me vine con ella, aquí a este lugar donde estoy, la abracé con todo mi cariño y ya ella se dio cuenta que estaba yo estudiando.
A despecho de lo que algunos puedan opinar, la figura materna tuvo un peso fundamental en la formación de Andrés Manuel López Obrador, aunque también influyó en él los deportes y el estudio.
De su mamá obtuvo la determinación para cumplir con sus objetivos, el estar atento a los llamados de ella, de algún modo le permitió escuchar el reclamo del gozne de la historia por su disposición a escuchar la voz de quien lo necesita y también su propensión a cuidar los bienes logrados con tanto esfuerzo por su familia ha coadyuvado a que salvaguarde los recursos del pueblo y el bienestar de los pobres a los que se ha referido muchas veces.
Del deporte del beisbol ha descrito que la inteligencia y la rapidez son cualidades indispensables para practicarlo, pero quizá inconscientemente ha soslayado la natación, que forjó en él la apuesta para enfrentar retos y superarlos y la disciplina incansable que lo empuja a cumplir con actividades durante extensas jornadas de trabajo.
En cuanto al estudio, tiene bien claro que tuvo la oportunidad de realizar estudios universitarios, porque de obtuvo una beca estudiantil que le permitió gozar de hospedaje y alimentación cuando cursó la carrera en la ciudad de México. A ello se refirió aquel día en la campaña electoral cuando visitó la UNAM: Porque para los estudiantes de escasos recursos es muy difícil terminar, más ahora, puntualizó.



  
.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario