Soquis nunca pensó en ver de pe a pa a los extraterrestres. Su primera experiencia la tuvo a una muy grande distancia una tarde otoñal cuando regresaba de trabajar en una población semi urbana localizada al oriente del estado de Morelos. A esa hora del día circulaban pocos autos en la carretera, el clima era templado, la luz solar se desvanecía por el ocultamiento del astro rey, el viento apenas se oía al chocar con el auto y todo parecía normal. Iba al volante cuando súbitamente apareció en el cielo una nave esférica y enorme que emergió y que se perdió en segundos en el horizonte. Si has viajado por la carretera federal de Cuautla a Cuernavaca y ubicas la reserva ecológica del Tezcal , te situarás en el punto exacto de su observación. Desde allí vio a la descomunal nave en dirección a Huitzilac, pero ésta se perdió en pocos segundos sin dejar huella. Si hubiera estado preparada para ver aquel suceso inusual y hubiera llevado una cámara fotográfica y tenido tiempo para apretar el flash, tendría la evidencia de lo que vio. Fue lo que llaman los ufólogos una nave nodriza que salió de la antimateria y regresó a ella. Apenas salió de la nada regresó a ella. La nave a simple vista salió de un portal y entró en otro como si sus ocupantes se hubieran equivocado de puerta para entrar en otra y escapar de la mirada de los curiosos. Su color era plateado y vista en perspectiva en el horizonte podría comparase al tamaño de una super luna. El fenómeno fue momentáneo y Soquis solo atinó a decir a su acompañante: ¿viste eso? Turbada no dijo nada más y guardó en el baúl de los recuerdos la increíble aparición.
Años pasaron sin recordar aquel suceso hasta que una noche vio un avión que aparentemente huía de algo en el firmamento. En ese momento Soquis iba camino a la tienda en una localidad de Cuernavaca. La vio hacia el sur, lo recuerda bien porque le llamo la atención el avión que seguía la ruta de Acapulco a la Ciudad de México. El cielo estaba estrellado, con algunas nubes, y lo que más refulgía en las alturas era un astro estático que de pronto se movió y se escondió a gran velocidad en una apartada nube. Esta vez su corazón palpitó de emoción y sobresaltada se dirigió a su casa a contar lo ocurrido, pero nadie le creyó. Todavía el fenómeno ovni no era avistado masivamente ni existían los programas televisivos sobre tema ni existían tampoco las "benditas redes sociales". Meses después en la madrugada vio una nave con forma de plato que salió de la barranca de Chapultepec, dio un breve recorrido sobre los árboles y se perdió en el cielo a una increíble rapidez. Otra noche, años después, vio esferas plateadas que deambulaban por el firmamento. A estos ovnis los divisó cuando iba en la carretera rumbo a Acapulco a la altura de Xochitepec. Ahora sí el miedo la orilló a decirle al conductor del auto en que iba, que no se asustara y que huyeran lo más lejos posible. Pensó que si detenían el auto podían ser abducidos y no quería ser conejillo de indias o turista espacial. Solo cuando se sintió segura le dijo a su acompañante, kilómetros adelante, que detuviera el auto y pudieron admirar un espectáculo impresionante. Las esferas empezaron a intercambiar posiciones y a un destello desaparecieron en la cúpula celeste. No pudo tomarle fotos a las naves porque la cámara de su teléfono celular no era de alta resolución y no eran visibles los objetos. La hipótesis que formuló fue que los visitantes de esas naves se hicieron visibles porque avisaban de un posible acontecimiento que sucedería en ese lugar en el futuro. No se equivocó, posteriormente durante el terremoto del diecinueve de septiembre de dos mil diecisiete que destruyó ciudades cercanas, cayó el puente de la carretera por el que pasó esa vez en el automóvil.
Ella había tenido antecedentes de amigos cercanos que habían visto gigantes a orillas de la autopista de Oacalco a Tepoztlán o que se habían topado cara a cara con un ser de apariencia cristalina cuando hacían caminatas en los cerros cercanos de Jojutla. Inclusive se comunicaron con ellos y les solicitaron que no les hicieran daño por el encuentro casual.
Soquis pensó que ese tipo de encuentros cercanos no estaban escritos en la agenda de su vida. Llegó a pensar que los extraterrestres localizaban en la Tierra zonas del planeta ricas en minerales o hacían viajes en el tiempo situando puntos históricos de interés.
Ella había tenido antecedentes de amigos cercanos que habían visto gigantes a orillas de la autopista de Oacalco a Tepoztlán o que se habían topado cara a cara con un ser de apariencia cristalina cuando hacían caminatas en los cerros cercanos de Jojutla. Inclusive se comunicaron con ellos y les solicitaron que no les hicieran daño por el encuentro casual.
Soquis pensó que ese tipo de encuentros cercanos no estaban escritos en la agenda de su vida. Llegó a pensar que los extraterrestres localizaban en la Tierra zonas del planeta ricas en minerales o hacían viajes en el tiempo situando puntos históricos de interés.
Como creyó que nunca más vería cosas de esa naturaleza las desterró de su mente hasta que una mañana, que estaba sola en su casa, vio cerca de la terraza un extraterrestre de forma humanoide, muy flaco, pero de color verde que apareció y desapareció súbitamente.
Esa mañana era de absoluta paz. Se movían las hojas de unas palmas viajeras que tenía en el jardín al compás del viento. No había cantos de pájaros ni las abejas buscaban la miel en las flores de un barandal cercano. Absorta y ensimismada en sus pensamientos, relajada por la tranquilidad del momento vio desde el comedor al ser que se desplazó y desapareció en un lugar del jardín. Estupefacta no daba crédito a lo que veía. No había nadie más en metros a la redonda y permaneció quieta sin hacer ningún ruido. No sintió miedo porque el extraterrestre no se percató de su presencia. Parecía que el ser no se dio cuenta que entró en la dimensión terrenal pero no fue así.
Otra mañana cuando Soquis dormía, le pareció que un ser gris se acercó a la cama y la observaba muy de cerca. Inclusive juraría que se le acercó tanto que él olió el aliento de ella.
En otra oportunidad, se le acercó, casi en las mismas circunstancias, un ser de apariencia cristalina que entró a nuestra realidad por el portal que seguramente abrió el ser verde que vio en la terraza. El habitante de otro mundo caminó unos segundos por la habitación de la casa y así como llegó se fue.
En otra oportunidad, se le acercó, casi en las mismas circunstancias, un ser de apariencia cristalina que entró a nuestra realidad por el portal que seguramente abrió el ser verde que vio en la terraza. El habitante de otro mundo caminó unos segundos por la habitación de la casa y así como llegó se fue.
Los contactos que Soquis tuvo con los extraterrestres no la amedrentaron porque pensó que, finalmente en su caso venían en son de paz, pero no descarta la posibilidad de entrar en la puerta imaginaria que abrieron los extraterrestres en su jardín, para visitar el mundo de donde llegaron y corroborar sus experiencias con los extraterrestres.
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